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domingo, 7 de junio de 2020

Seguir, seguir tocando

Omar bin Musa

Seguí tocando

Esto es una advertencia para todos.

El mañana no es tu amigo.

El mañana es un visitante para cuya llegada no estás preparado,
cuyos cambios de ánimo no podés anticipar.
No los podés anticipar porque nunca sabés
si va a llegar a tu puerta trayendo flores o un arma,
pero sabés que está todo el tiempo acercándose.

Esto es una advertencia.

Nunca dejes que se consuma el fuego de la lámpara.
Nunca dejes de hacer tu música, incluso si el disco está rayado,
la aguja quebrada y el micrófono desconectado-
seguí tocando.

Incluso cuando estés parado mirando los amenazantes arrecifes,
donde los corales parecen hechos de cuchillas y navajas,
donde el cielo apenas brilla con una luz de carbón
encima de los tiburones y los intermitentes cardúmenes,
donde te movés entre mareas de información
(algunas correctas, otras erróneas, otras sencillamente dementes)
olas de opinión tan potentes que amenazan con ahogarte-
seguí tocando.

Incluso cuando sientas que la amistad es un campo de batalla
donde la brisa está cargada de ego y desconfianza,
donde el afilado sol se oscurece
por un billón de flechas que cantan con la claridad de los pájaros,
donde intercambiamos palabras encendidas en bares y autos recalentados,
donde sentimos que somos lo que queda de los naufragios
de los ideales abandonados-
seguí tocando.

Incluso cuando las respuestas negativas se apilen como pirámides
y te digan que no tenés talento
y que nadie quiere escuchar a un rapero de un pueblo chico de Australia
y que ninguna radio va a poner tu música
y gritás y gritás y nadie te escucha-
seguí tocando.

Pero no estoy seguro de por qué deberíamos,
cuando claramente las posibilidades apuntan en contra nuestra.
Porque sé que el corazón de los hombres
es un pastizal donde florece la oscuridad.

Todo lo que sé es que tengo suerte de estar acá
y que algún día, pronto, este hombre de pasión y lujuria
va a ser polvo y cenizas.
Y que voy a esparcirme de vuelta en el suelo del que salí
y que no quiero que mi último suspiro sea un lamento.
Quiero poder decir que salté del acantilado cuando fue necesario,
que bebí del cáliz cuando me lo pasaron.
Que incluso cuando el disco estaba rayado,
la aguja quebrada y el micrófono desconectado-
seguí tocando.

Esto es un advertencia para todos.
El mañana no es tu amigo.
Así que nunca dejes que el fuego de tu lámpara se consuma.
Porque nunca sabés
cuándo podría terminar hoy.

(Omar bin Musa, Trad. Tom Maver)

Yo quería quedarme como estaba

Louise Glück
El umbral

Yo quería quedarme como estaba,

quieta, a diferencia del mundo,
no en medio del verano sino en la fase previa
al brote de la primera flor, el momento
en que nada es pasado aún -

no en medio del verano, intoxicante,
sino a fines de la primavera, cuando el césped no es alto todavía
al borde del jardín, cuando los tulipanes precoces
empiezan a brotar -

como un niño que ronda un umbral, observando a los demás,
los que entran primero,
tensa fusión de brazos, atento a los
fracasos ajenos, las vacilaciones ajenas

con la brutal confianza infantil de un inminente poder
preparándose para vencer
esas flaquezas, para sucumbir
a la nada, el tiempo directamente

previo a la floración, la época de la maestría

antes de la aparición del don,
antes de la posesión.


(Louise Glück, Trad. María Negroni)