Traductor

sábado, 20 de marzo de 2010

Roberto Juarroz y la poesía novena




Transcribo poemas de Roberto Juarroz (1925-1995) para no insistir demasiado en mí misma (como diría el propio Juarroz).
Los poemas salen de su Novena poesía vertical; y la llama, de mi casa.
42
Se podrá apagar todos los fuegos
pero nunca se acabará el humo.
Aquello que no alcanzó la dignidad del fuego
termina conformándose con la humildad del humo.
Aquello que no tuvo una mano que lo encendiera
termina por renunciar a esa mano
y se queda a solas con el humo.
Aquello que no pretende calentar nada,
ni siquiera calentarse,
se refugia en el secreto de ser humo.
Pero el secreto del humo es doble.
Primero: también el humo calienta.
Segundo y principal:
el humo es anterior al fuego.
43
Hacerse a un lado,
abstenerse,
no importa en qué clima.
Sumar las noches como ensalmos
y quedarse al margen,
sin pronunciarlos siquiera.
Desviar la eternidad levemente
y permanecer allí en suspenso,
como un insecto en una grieta.
Sólo así,
abandonando a veces temporariamente la vida,
es posible seguir viviéndola.
46
Se ha perdido una nota.
No sabemos el compás ni la escala,
pero la obra se descompone hacia el poniente
como una flecha rozada al pasar por una pluma.
Se ha extraviado una línea.
No sabemos la figura o el cuadro,
pero la imagen se acorrala contra un borde
como una fiesta en cuyo centro cae un fruto negro.
Se ha borrado un matiz.
No sabemos en qué zona o en qué mundo,
pero ese casi nada irreparable
lo hiere todo para siempre.
48
Para la música oculta en la espuma
debe haber cierto oído de caracol no aplastado
o por lo menos algún tímpano dispuesto
para captar otros sonidos que no sean
las rudas cacofonías de los hombres.
El sonido del silencio, por ejemplo,
o el sonido que recubre como sal toda escritura
o aquél cuyas puertas sólo abren ciertas músicas,
ya que toda la música
no es más que el umbral de otro sonido.
Y aunque carezcamos del órgano apropiado,
como también de otros sentidos
para aprehender las ondas sueltas de la vida,
hay sin embargo en nosotros
un minúsculo extremo de algo,
una axial limadura de luz,
una punta quebrada,
que sin saberlo forma parte también de ese sonido.
Partículas de todo caen sobre nosotros,
partículas extraviadas, partículas previstas,
pero también nosotros caemos sobre todo
y a veces nos fundimos con ese último sonido
como con la vena transparente
de otro viento que pasa.