Traductor

viernes, 9 de mayo de 2014

11 horas



"Templanza" de Ambrogio Lorenzetti


 Me acompañan los libros que viajaron conmigo. Son amigos que conversan y por momentos hablan a la vez. Hoy relatan sus cuentos en armonía. Los copio como se presentan y los comparto con quien los sepa apreciar:


 “La visita”
“Las dos historias” de Felisberto Hernández

Esta noche tuve forzosamente que atender a unos pensamientos. En los momentos que estaba cansado quería dejarlos aunque fuera por unos instantes; pero bien sabía yo la importancia que tenían, y no podía dejar de atenderlos. Solamente descansaba cuando alguien me interrumpía para preguntarme algo; pero si yo pretendía hacer algo para distraerme, yo mismo me obligaba a no hacerme trampa: estaba bien que los abandonara cuando espontáneamente ocurriera algo que me obligara a interrumpirme, pero yo no debía buscar la oportunidad; por el contrario, aunque la oportunidad se me presentara y yo me quedara contento porque descansaba, debía lamentar la interrupción. Me ocurría algo parecido cuando era niño y tenía que dar una lección que no sabía: si me venía tos me quedaba contento porque daba tregua a la tortura y porque a lo mejor, mientras tosía, podría ocurrir algo importante que me librara de la lección; pero si yo tosía a propósito, el maestro se daba cuenta. En aquel tiempo me hubiera parecido mentira que ahora, al ser grande, yo mismo me obligara a hacer una cosa como si tuviera al maestro dentro de mí.
Cuando se hizo muy tarde, llegó a mi casa, junto con mis hermanas, una muchacha rubia que tenía una cara grande, alegre y clara. Esa misma noche le confesé que mirándola descansaba de unos pensamientos que me torturaban, y que no me di cuenta cuándo fue que esos pensamientos se me fueron. Ella me preguntó cómo eran esos pensamientos, y yo le dije que eran pensamientos inútiles, que mi cabeza era coo un salón donde los pensamientos hacían gimnasia, y que cuando ella vino todos los pensamientos saltaron por las ventanas.


“agua”
Lila y Flag de John Berger
Si no me equivoco, el tres de junio era el cumpleaños de Félix. Félix tenía un acordeón al que llamaba Caroline. Era soltero. A los sesenta y dos años cayó enfermo de ictericia y se lo llevaron al hospital. Tuvo que vender sus diecisiete vacas; no había nadie que se ocupara de ellas mientras él estaba ingresado. Cuando volvió a casa, compró seis más. Nunca paraba, Félix, ni de trabajar con sus vacas ni de tocar su música.


“La canción sobre el canto”
Atlas descrito por el cielo de Goran Petrovic

Puedo contarte de muchos lugares del Mundo. En cuántos sitios se han posado las tórtolas de mi manto. Cuán pesada es el agua de los ríos sagrados. Cómo es el mar de los minúsculos pueblos de pescadores. O un grano de arena en el desierto. Qué es lo que caracteriza una vista desde los glaciares. Por qué en una estepa una brizna de hierba parece ser más alta que un pino. Si hay más cielo por aquí o por allá. Cuán alto te ves entre las bóvedas de una noche serena. Y por dónde puedes crecer hasta la Osa Mayor. Puedo contarte de muchos lugares del Mundo. Pero lo entenderías mejor si te lo canto.

------

He sobrepasado las 11 horas, ¡bendita sea esta noche!