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miércoles, 3 de julio de 2013

Cuando una mujer no duerme

(Reina María Rodríguez. Atlanta, 1999.)

CUANDO UNA MUJER NO DUERME           
Cuando una mujer no duerme
la magia se ha regado entre sus pechos
y hay que temer a ese desvelo
a ese mito que comienza
entre el sueño y la oscuridad.
no habrá conjuros ni espíritus.
se está llenando de mieles el silencio
y ha vuelto otra vez al tiempo de sus pamelas
a reconciliarse con las nubes
y todo el aire tendrá el peligro de sus ojos
cazadores de estrellas.

anoche no dormí y te prevengo:
cuando una mujer no duerme
algo terrible puede despertarte.


EL AMOR ANDA SUELTO
el sol en los brazos
un viento azul revuelca la tierra
se mudan las hormigas de los parques
a otros pueblos de otoño.
se ruboriza el mar:
un pájaro vuela llevándonos la prisa.
mi cuerpo se estremee
hay un deseo que el verano olvida
y una dulzura antigua pudriéndose en el suelo.
el amor anda suelto
sin precauciones vive detrás de esta quietud
la última estación de la pureza.


LINEA DIFICIL
Las hormigas se han quedado jugando en mis zapatos
junto a los tallos partidos.
un árbol se ha enroscado en su pereza.
descubro otra vez este paisaje
la arena movediza prolongándose
un alcatraz inmenso baja
pequeños caracoles interrumpen mi paso
hojas que recorrieron los caminos
dispuestas a morir buscando el agua.
nadie vendrá.
no hay nadie en esta playa donde comienza el día.
el horizonte no es más que una línea difícil
se ha perdido
juega a ocultarse                 ya no está.


Y EL AMOR
y el amor
tan solo
con su traje de mimbre
se sienta en las noches
conmovido y tenaz
frente al espejo de mi cuarto.
desde siglos
lo veo contemplarse audacias y temores
para mecer otra vez su beso intacto.
yo que lo quiero
así de blando
lo acuno entre mis pechos un momento
y él
tan solo
con su traje de mimbre
con su pena
abanica su sombra en el cristal
y pasa.


QUIENES FUIMOS
esos hijos pudieran ser los tuyos
y yo te amaría esta tarde
sola sobre mis hombros.
entre café            un beso y otro agosto
bañarnos en las mismas aguas
dormir bajo mi sábana profunda.
pero esa no soy yo            ni eres tú aquel
ni hemos querido otro hogar
ni aquellos hijos que no fueron.
yo busco algo que escapó
quién sabe cuándo
-tan extraños y juntos los caminos
se nos separan-
te empiezo a amar y todo se termina
me escondes
para que nadie sospeche
y disimulo yo
que los años nos llevan tan lejos de la piel
con tanta astucia
que entramos a cuartos diferentes
buscando
quiénes fuimos.


(Reina María Rodríguez, Cuando una mujer no duerme)

Roberto Juarroz, por pares y en vertical


42
Se podrá apagar todos los fuegos
pero nunca se acabará el humo.

Aquello que no alcanzó la dignidad del fuego
termina conformándose con la humildad del humo.
Aquello que no tuvo una mano que lo encendiera
termina por renunciar a esa mano
Y se queda a solas con el humo.
Aquello que no pretende calentar nada,
ni siquiera calentarse,
se refugia en el secreto de ser humo.

Pero el secreto del humo es doble.
Primero: también el humo calienta.
Segundo y principal:
El humo es anterior al fuego.


46
Se ha perdido una nota.
No sabemos el compás ni la escala,
pero la obra se descompone hacia el poniente
como una flecha rozada al pasar por una pluma.

Se ha extraviado una línea.
No sabemos la figura o el cuadro,
pero la imagen se acorrala contra un borde
como una fiesta en cuyo centro cae un fruto negro.

Se ha borrado un matiz.
No sabemos en qué zona o qué mundo,
pero ese casi nada irreparable
lo hiere todo para siempre.


48
Para la música oculta en la espuma
debe haber cierto oído de caracol no aplastado
o por lo menos algún tímpano dispuesto
para captar otros sonidos que no sean
las rudas cacofonías de los hombres.

El sonido del silencio, por ejemplo,
o el sonido que recubre como sal toda escritura
o aquél cuyas puertas sólo abren ciertas músicas,
ya que toda la música
no es más que el umbral de otro sonido.
Y aunque carezcamos del órgano apropiado,
como también de otros sentidos
para aprehender las ondas sueltas de la vida,
hay sin embargo en nosotros
un minúsculo extremo de algo,
una axial limadura de luz,
una punta quebrada,
que sin saberlo forma parte también de ese sonido.

Partículas de todo caen sobre nosotros,
partículas extraviadas, partículas previstas,
pero también nosotros caemos sobre todo
y a veces nos fundimos con ese último sonido
como con la vena transparente
de otro viento que pasa.


(Roberto Juarroz, Novena Poesía Vertical)