Traductor

domingo, 1 de abril de 2012

"Sucede que las orejas no tienen párpados"
de Pascal Quignard


(Dibuja Emilio el sonido)


Todo sonido es lo invisible bajo la forma de un abridor de envoltorios. Se trate de cuerpos, de habitaciones, de departamentos, de castillos, de ciudades amuralladas. Inmaterial, franquea todas las barreras. El sonido ignora la piel, no sabe de límites: no es ni interno ni externo. Ilimitante, es ilocalizable. No puede ser tocado: es lo inasible. La audición no es como la visión. Lo contemplado puede ser abolido por los párpados, puede ser detenido por el tabique o la tapicería, puede ser vuelto inaccesible de inmediato por la muralla. Lo que es oído no conoce párpados ni tabiques, ni tapicerías ni murallas. Indelimitable, nadie puede protegerse de ello. No hay punto de vista sonoro. No hay terraza, ventana, torre o ciudadela que ofrezcan un punto de vista panorámico para el sonido. No hay ni sujeto ni objeto de la audición. El sonido se precipita. Es el violador. El oído es la percepción más arcaica de la historia personal, incluso antes que el olor, mucho antes que la visión, y es aliado de la noche.

(Sacado de El odio a la música de Pascal Quignard)